Cada día pienso en que habría pasado si no te hubiera permitido marcharte de casa. -Si no haces nada me voy- dijiste con la voz a punto de romperse por las lágrimas.
Yo te envié a la mierda. No te envié a la mierda con particular odio o veneno. Pero en ocho años nunca nos habíamos mandado a la mierda y eso sonó tajante en ese momento.
Casi hace dos años de ese día. Nunca más te volví a ver. Ni te busqué.
Durante las primeras dos semanas después de la ruptura cada golpe que escuchaba parecía la puerta que se cerraba, tú que volvías y todo volvía a la normalidad.
Luego poco a poco todo quedó claro y cada uno por su lado hemos dado respuesta la pregunta que nos hacíamos con cariño para decirnos que nos queríamos: - ¿Como te sentirías si no estuviera? -Desesperado, Amor- contestaba el otro.