Dar etiquetas a las cosas, personas o ideologías complicado. Consolador por otro lado. Es necesario para encuadrar conceptos, confirmar que los hemos entendido y que somos capaces de clasificarlo, o de discriminar entre las diferentes opciones. Se perdona, por tanto, el sinsentido de poner etiquetas.
A partir de aqui, y estrachando el circulo a las etiquetas politicas, desde las mas gruesas (izquierda, derecha, comunista, fascista), a las medianas (liberal, marxsista, ultranacionalista, progresista) hasta las más minuciosas (anarcocapitalista, anarcocomunista) se podria argumentar que es mucho más interesante contestar a unas preguntas que poner etiquetas. Está claro que el grosor de la etiqueta no hace más que confundir más, añadir narcisismo politico al que la genera, y aturdir el escuchante, que es a menudo el fin último de los discursos politicos.
La pregunta más interesante sería "que tamaño crees que tendría que tener el estado". Sin entrar en este debate y en los infinitos matices que este tema tiene, la respuesta a esta pregunta puede vincular todo el pensamiento que se desarrolla a partir de ello, y ayudar a entender mejor la ideologia de uno.
Por tamaño de estado se entiende aqui tanto desde el punto fiscal como desde el punto de vista moral. Tanto en el impuesto sobre la renta o sobre las plusvalías como en las cuestiones morales relacionadas con aborto, eutanasia, acceso a cualquier tipo de substancia natural o quimica.
Posiblemente esta pregunta nos ayudaría a desenmascarar las similitudes de enfoque entre ideologías con etiquetas consideradas muy poco compatibles.